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Tal como se recomienda hacer un chequeo de

los instrumentos y de las condiciones del au-

tomóvil que luego conduciremos, para la vida

deberemos poner sobre la mesa lo que se nos

entregó como educación durante el colegio, la

universidad y en nuestros hogares. Si falta algo,

lo más probable es que no tengamos idea de

que así es hasta que realmente lo necesitemos.

Lo siguiente es aprender a usar correctamen-

te las herramientas de las que disponemos:

leer los manuales, mirar los instrumentos y

usar los mandos para conducir. Al manejar,

nos comunicamos por medio de las luces de

los autos. Las exteriores las empleamos para

comunicarnos con los que están alrededor

nuestro. Las luces interiores, principalmente

las del tablero, las usamos para saber si todo

está bien con los sistemas del vehículo. En

nuestras vidas, a su vez, empleamos una serie

de herramientas para relacionarnos con los

otros. En ciertos casos hay que hacer notar

a quienes nos rodean lo que haremos y para

eso es esencial desarrollar una comunicación

adecuada. Ya sea en la vida como a la hora de

conducir, debemos estar atentos a las señales

que los demás nos entregan.

Con la práctica estas tareas se hacen más sen-

cillas. Lo importante es no dejar de seguir las

acciones rutinarias y las reglas que la conduc-

ción requiere, porque ya nos creemos expertos.

Caer en el exceso de confianza es el preámbulo

justo para que se desate la tragedia.

Hay que vincularse con el auto como lo hace-

mos con la vida. A través del asiento, uno se co-

necta con el vehículo. En uno blando perdemos

el contactocon la realidad. Por eso lomejor esun

asiento durillo, como una buena butaca de cine

que sirve paranoquedartedormidoyperderte la

película porque te sumió en el sueño. Idealmen-

te, nuestro asiento debe avisarnos cómo está

moviéndose nuestro entorno, mantenernos

conectados con el camino para así poder actuar

según sus irregularidades. Ellas pueden mudar

desde lo negativo hacia algo que podremos dis-

frutar si aprendemos a leer biennuestra ruta. Un

resalto asusta hasta que aprendes a pasarlo.

La forma de conectarnos con la vida, por su

parte, claramente no es sentados en un sillón,

sino dejando abiertos los sentidos a todo lo

que pasa alrededor. La vista es uno de aque-

llos que debemos educar al conducir, estando

atentos a nuestro foco y todo nuestro campo

visual. Lo que se encuentra en él es algo que

sólo veremos si prestamos la atención sufi-

ciente. Actuar según lo que percibimos nos sir-

ve para anticiparnos y reaccionar a tiempo. La

sorpresa es nuestra enemiga, tanto en la vida

como en las calles al conducir un vehículo.

Por eso es tan importante avisar nuestros

movimientos, sea con las luces exteriores

como en nuestro quehacer diario, al comuni-

car la toma de decisiones que llevamos a cabo

en la vida. Haciéndolo, no exponemos a los

demás ni a nosotros mismos a situaciones in-

cómodas o peligrosas.

¿Cómo usar, entonces, nuestras luces? Hay

que hacerlo según haga falta. La luz baja, por

ejemplo, se utiliza para que nos ilumine el ca-

mino sin molestar a otros cuando el sol se va.

Y la luz alta, cuando la visibilidad está dismi-

nuida o cuando hay que hacer que otros reac-

cionen. Nunca cuando hay neblina; para eso

están los neblineros.

Tal como ocurre con las luces cuando condu-

cimos, en la vida tratemos de brillar pero sin

asustar, molestar u opacar a nadie. Incluso, en

ocasiones dispongámonos a prestar algo de

luz para alumbrar el camino a otros.

Atropellar no es avanzar. Respetar las reglas

es lo que sirve para hacerlo y así generar flujo.

Somos parte de una comunidad: marchar en

solitario tampoco es avanzar. Sin referentes

u oponentes se pierde la motivación sana de

seguir adelante.

CONDUCIR

COMO SOMOS

POR

::

EDUARDO FRÍAS

Eduardo Frías es técnico mecánico automotriz de INACAP, con más de 20 años de experiencia periodística. Ha

colaborado en El Mercurio, Revista Capital, Revista Mil Autos y el diario El Metropolitano. Conduce el programa Rock

& Ruedas en Radio Futuro, además de haber trabajado en otras emisoras.

ILUSTRACIÓN

::

PATRICIO OTNIEL

Tomar la decisión de subirnos al auto, se puede comparar con la de tomar el control

de nuestras vidas. Ya al abrir la puerta y observar el interior del vehículo, es como

el momento previo a llevar a cabo un gran paso.

COLUMNA