Mercedes Benz Ed_67

E l Mercedes-Benz GLA 220 d 4Matic surca el Valle de Apalta, en la zona vinífera de Colchagua. Estamos por llegar a la Viña Montes, una de las más reconoci- das deChile y pionera en apostar por este sector de la Región deO’Higgins como un terroir de primer nivel. La idea, más allá de degustar un clásico Montes Alpha o vinos ícono como Montes Alpha M, Montes Folly, Pur- ple Angel o Outer Limits, está en apreciar el verde de las parras, conocer la bodega y, desde luego, degustar la oferta culinaria del restaurante Fuegos de Apalta, un joint venture entre Viña Montes y el reconocido chef argentino Francis Mallmann. El color beige canyon del GLA refleja los rayos solares del me- dio día. El gran portón de ingreso nos da la bienvenida a la Finca deApalta, con sus 120 hectáreas de parrones y 440 de bosque na- tivo. Después de adentrarnos unos 200 metros por un camino de tierra, llegamos a la bodega, un edificio semienterrado que, resguardado por un gran ángel de madera en el hall de ingreso, invita a descubrir el lugar. Pasamos frente a la recién estrenada Tienda deVisitantes. Es el lugar destinado a realizar degustacio- nes o sentarse a beber una copa de las diversas variedades que ofrece la Viña Montes, mientras se aprecia el ondular de los pa- rrones a lo largo de los cerros, con diversas formas y coloridos de acuerdo a cada cepa que se haya plantado. El tour correspondiente, sin embargo, quedará para después de almuerzo. Nuestra visita se centrará, en primera instancia, en el Restaurante Fuegos de Apalta, inaugurado en marzo de 2017. Abierto todos los días desde las 12:30 hasta las 15:30 horas y du- rante las noches de los viernes y sábados, ofrece platos, olores y sensaciones que remiten a una gastronomía que ensambla los sabores internacionales con los de la zona central de Chile. Cocina a leña del restaurante Fuegos de Apalta. SABOR AHUMADO Bordeamos el corazón del restaurante: un domo con un hor- no de barro, una antigua cocina a leña y una gran parrilla circu- lar, donde los cocineros trabajan en la especialidad de la casa ante la mirada de los comensales. Las carnes y los alimentos ahumados llenan el lugar de un aroma que llama a sentarse a la mesa para probarlos. La construcción en madera y grandes ventanales, enclavada entre medio de los cultivos, entrega un ambiente inmejorable para vivir una experiencia única. Detalles de diseño como carretillas de madera, mesas rústicas y platos de greda nos hacen sentir en medio del campo. “Acá no se puede venir a comer con poco tiempo. Hay que disponer de dos horas o más. Todo se prepara en el momento. Además, disponemos de vinos de 12 viñas más de la zona y de Montes, provenientes de cosechas que no están en ninguna otra parte del mundo, ni siquiera en la tienda de la bodega”, co- menta Guillermo Silva, encargado del restaurante. De fondo, la música de una big band de jazz da el toque justo para combinar la buena conversación y seguir el ritmo con el pie. Un vaso de agua mineral italiana Acqua Panna comienza la función, seguida de una copa Riedel de Chardonnay Montes Alpha. El pan, horneado en la cocina del mismo restaurante cadamañana, llega presto para acompañar todo el almuerzo. En Fuegos de Apalta elaboran varios de los productos que se con- sumen habitualmente: mantequilla, queso, manjar. Como aperitivo, las croquetas de rabo con salsa de pimentón y naranjas marcan la diferencia. Y unas empanadas de filet cor- tado a cuchillo con pebre de tomates asados hacen el contra- punto perfecto. Para ellas, un Carmenere Montes Alpha aparece como el acompañamiento ideal.

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